Este señor, de solida formación y amplia experiencia, fue durante un periodo presidente de Caja Madrid, hoy Bankia, y desde ese puesto, por el lejano 1996 indico claramente a sus superiores y al sistema financiero España en general la enorme anomalía que representaban las Cajas de Ahorros, la definición de su estructura legal y objeto financiero y el enorme riesgo que representaban para el sistema.
Tan avispado aviso premonitorio, es su día fue ignorado y obstaculizado con saña y sus indicaciones cayeron en saco roto. Aquellos que con tanto entusiasmo en su día le hacían la aduladora corte no tardarón en retirarle los apoyos y poco tiempo después cayo en desgracia, siendo literalmente alejado del puesto, que ocupo un amigo personal de Aznar, un tal Blesa.
Hoy, tras la concesión de tan distinto reconocimiento y en la elegante y prestigiosa sede del premio, El Banco de España, en el discurso de aceptación del Premio de Economía otorgado, Jaime Terceiro, aprovechó para explayarse con gusto, delante a una audiencia que reunía la flor y nata de las finanzas públicas y privadas, y no pocos de los personajes, que entonces, sin demasiada elegancia, le hicieron la vida imposible delante a su tan osada intención de intentar poner las cosas en su sitio a tiempo.
Para no aburrir con detalles demasiado técnicos, basta reflejar de manera literal, dos pasajes de su discurso, que sirven por si solos.
“el mal gobierno corporativo que la indefinición jurídica y de derechos de propiedad generaron, hizo posibles que pésimos gestores permanecieran en algunas cajas durante demasiado tiempo, con el resultado que todos conocemos”
“Todos ellos eran hostiles a cualquier propuesta de cambio. Tampoco esta forma de pensar y de actuar era plenamente aceptada en el Consejo de Administración de Caja Madrid. Recuerdo bien que la publicación, en diciembre de 1995, de un extenso artículo en un número especial de Información Comercial Española dedicado a nuestro sistema financiero, defendiendo estas ideas, me creó bastantes problemas en el seno del mismo Consejo que un par de meses antes me había reelegido por unanimidad para un nuevo mandato (…) Tras mi dimisión, el Consejo de Caja Madrid estuvo condicionado en toda su actuación futura por un pacto escrito entre un partido político y un sindicato, y firmado por sus respectivos secretarios generales territoriales, que nunca se dio a conocer al Consejo como órgano colegiado, y sobre suyo contenido nunca pudo pronunciarse. Todo ello a pesar de que la ley de Cajas de la Comunidad de Madrid disponía que los miembros de los Órganos de Gobierno deberían actuar con plena independencia respecto de las entidades y colectivos que los hubieran elegido o designado (…) Huelga decir que este pacto obligaba, entre otras cosas, a llevar a cabo determinadas políticas de inversión y selección de personal. Estas fueron las condiciones iniciales que condujeron a Caja Madrid a la situación crítica del año 2009, derivada de una disparatada política de gestión del riesgo. Además, dado el coste de oportunidad de los miembros del Consejo, el haber multiplicado, posteriormente, por mas de veinte veces sus retribuciones suponía el mejor mecanismo para asegurar su falta de independencia”.
Lo mejor de todo es que Jaime Terceiro, no se limito a recordar viejas batallas, con su habitual oratoria breve y concisa, en apenas 15 minutos y con absoluto dominio de la razón, analizó de manera muy crítica la actual situación no solo del sector financiero, si no también de la sanidad y la educación en España.
Toda una lección de competencia y actual claridad, que por una vez, el tiempo, casi 17 años después de aquel vergonzoso e injusto escarnio público, hoy finalmente ha otorgado la razón que entonces aquellos oscuros intereses no concedierón el justo y necesario valor.
Cuantos dineros públicos y vergonzosas «preferentes» nos hubiéramos ahorrado, si entonces, aquellos que hoy todavía inexplicablemente ejercen cargos públicos y parece ser que no van a responder de su evidente mala fe, hubieran escuchado a este preparado economista. Que a diferencia de tantos otros que pululan el sistema financiero, nunca antepuso el interés personal a la lógica de eficiencia y claridad que cabría esperar de la más elemental deontología profesional.
Mis profundos respetos y más sincera enhorabuena a tan merecido Premio de Economía, Don Jaime Terceiro.